Las Fascinantes Abejas de las Orquídeas: Euglossa y Catasetum, la Danza de las Fragancias y los Polinarios
- Francisco Lopez

- Mar 23
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Updated: 2 days ago
Las Fascinantes Abejas de las Orquídeas: Euglossa y Catasetum, la Danza de las Fragancias y los Polinarios
Por: Francisco López-Machado
Biólogo, Entomólogo y Fotógrafo de Naturaleza
Siempre hemos escuchado tanto a expertos como al público en general afirmar que las abejas son los polinizadores más importantes en la mayoría de los ecosistemas y, por extensión, indispensables para la alimentación humana. Se estima que aproximadamente una cuarta parte de la dieta basada en frutas y verduras depende directamente de la acción de estos polinizadores.
No obstante, las abejas forman un grupo muy diverso que va mucho más allá de la abeja melífera, la más conocida (figura 1). Si bien esta especie se halla presente en casi todo el continente americano, conviene recordar que fue introducida por los conquistadores europeos, quienes ya la explotaban por su miel y cera. Más allá de la abeja melífera, en las Américas existe una amplia variedad de abejas nativas con un papel fundamental en los ecosistemas (figura 2 a 6).

Figura 1. Abeja melífera europea Apis mellifera, (Familia Apidae) la abeja más común y reconocible en toda América. Fotografía tomada en Delaware, Estados Unidos.

Figura 2. Abejorro común oriental, Bombus impatiens (Familia Apidae) es la especie de abejorro más extendida en toda Norteamérica y uno de los polinizadores más importantes en su rango de distribución. Fotografía tomada en Delaware, Estados Unidos.
En el caso de Colombia, se han registrado algunos de los patrimonios de abejas más ricos de Latinoamérica. Según estudios, se conocen por lo menos 600 especies documentadas, distribuidas en cinco familias, Apidae, Halictidae (figura 3), Megachilidae, Colletidae (figura 4) y Andrenidae, entre otras. Sin embargo, esta cifra se considera subestimada, pues análisis recientes sugieren que el número real podría acercarse a 1.445–1.500 especies. De hecho, varios expertos estiman que en la actualidad solo se ha identificado menos de la mitad de la diversidad de abejas del país.

Figura 3. Abeja Pseudoauguchlora graminea (Familia Halictidae) polinizando una flor de tomatillo. Fotografía tomada en Cali, Colombia.

Figura 4. Abeja Colletes sp. (Familia Colletidae) alimentándose sobre una flor de Melampodium sp. (Familia Asteraceae). Fotografía tomada en Cali, Colombia.

Figura 5. Abeja Xylocopa sp. (familia Apidae, subfamilia Xylocopinae) alimentándose sobre unas flores de la verbena Stachytarpheta jamaicensis. Fotografía tomada en Cali, Colombia.

Figura 6. Abeja Augochlora pura (Familia Halictidae) de amplia distribución en todo el este de Norteamérica. Fotografía tomada en Delaware, Estados unidos.
Con estos datos, Colombia se sitúa entre los primeros lugares en riqueza de abejas en Latinoamérica, junto con México y Brasil. El inventario aún está en expansión, y se calcula que aproximadamente el 60 % de las especies colombianas de abejas siguen sin describirse formalmente, lo que pone de relieve la necesidad de realizar más investigaciones taxonómicas y ecológicas.
LAS ABEJAS EUGLOSSINI
Dentro de la gran diversidad de abejas se encuentran las abejas euglosinas, comúnmente llamadas “abejas de las orquídeas”. Colombia se destaca por su notable riqueza de especies de Euglossini, con 134 especies descritas (2016), siendo el género Euglossa con 74 especies el más diverso. Algunos expertos señalan que Colombia es el país con la mayor variedad, seguido de Brasil, Perú y Venezuela.
Estas abejas pertenecen a la tribu Euglossini, incluida en la familia Apidae, la misma a la que pertenece la abeja melífera europea. Para ubicarnos un poco mejor, conviene saber que dentro de la familia Apidae se reconocen cinco subfamilias principales, Anthophoridae, Nomadinae, Xylocopinae, Eucerinae y Apinae. Esta última se divide a su vez en 34 tribus, siendo Euglossini una de ellas.
Hay todavía otro nivel de clasificación al que llamamos “abejas corbiculadas”, conformado por las tribus Bombini, Meliponini, Apini y Euglossini. El término “corbiculadas” alude al desarrollo de una adaptación de las tibias traseras, característica que les permite transportar con eficiencia los materiales de construcción del nido.
Mas allá de todo esto, lo que hace especialmente célebres a las abejas euglosinas es su estrecha relación con muchas orquídeas tropicales, hasta el punto de que se calcula que polinizan alrededor del 3 % de todas las orquídeas, es decir, unas 700 especies. Esta cifra incluye géneros tan especializados como Catasetum, Stanhopea, Gongora, entre otros.
Además de las adaptaciones mencionadas anteriormente, las euglosinas desarrollaron estructuras que reflejan su interacción única con las orquídeas. Por ejemplo, los machos poseen un “cepillo” en las patas anteriores para recolectar fragancias que exudan las flores. Incluso en pleno vuelo, transfieren dichas sustancias de las patas delanteras a las medias y, finalmente, a las traseras, donde se almacenan en una estructura esponjosa (figura 8).
Estas fragancias resultan esenciales para el cortejo y el marcaje territorial de los machos.
Pese a esta asociación particular, las euglosinas, al igual que la mayoría de las abejas, también se alimentan de néctar de diversas plantas, como anturios (Anthurium, Familia Araceae) y verbenas (Familia Verbenaceae) (figura 7).

Figura 7. Abeja de Euglossa sp. visitando flores de verbena Stachytarpheta jamaicensis. Fotografía tomada en el Parque Corazón de Pance, Cali, Colombia.

Figura 8. Macho de Euglossa sp. en pleno vuelo mostrando su coloración verde metalizada al igual que sus patas traseras con las tibias (segmento medio de las patas) engrosadas. Foto tomada en Cali, Colombia.
Algunos estudios sostienen que pueden desplazarse más de 20 kilómetros en un mismo día. Además, en los machos se observa la modificación de las tibias posteriores, visiblemente ensanchadas (figura 7), una adaptación que les permite recolectar y almacenar fragancias con eficacia.
LAS ORQUÍDEAS DEL GÉNERO Catasetum.
Hablar de orquídeas en Colombia es adentrarse en un universo de ingeniosas adaptaciones y fascinantes historias de coevolución. Con miles de formas, colores y estrategias reproductivas, no es de extrañar que este país sea reconocido como uno de los más ricos en orquídeas a escala mundial. Entre las muchas maravillas que encontramos en la exuberante flora colombiana, destaca el género Catasetum, cuyas especies ponen de manifiesto la asombrosa relación que puede forjarse entre plantas y sus polinizadores. Una de sus características más llamativas es la presencia de flores unisexuadas, es decir, masculinas y femeninas separadas, con diferencias notables en su forma y función (figuras 9 a 12)

Figura 9. Flor masculina de Catasetum tabulare. Fotografía tomada en estudio fotográfico de un ejemplar procedente del Valle del Patía, Cauca, Colombia.

Figura 10. flor macho de Catasetum bicolor. Fotografía tomada en estudio fotográfico de un ejemplar procedente de la costa norte de Colombia.

Figura 11. Flor macho de Catasetum ochraceum. Fotografía tomada en estudio fotográfico de un ejemplar procedente del Valle del Patía, Cauca, Colombia.

Figura 12. Flor hembra de Catasetum ochraceum mostrando lo que parece ser un polinio depositado por una abeja Euglossa. Fotografía tomada en la vereda Montañuelas, Cali, Colombia.
Según registros actuales, en Colombia se han documentado cerca de 4.270 especies de orquídeas, de las cuales 1.572 son endémicas (exclusivas del país). Dentro de este gran total, se calcula que unas 40 corresponden al género Catasetum (2023). Si bien la mayor concentración de estas orquídeas se halla en la Amazonía y los Andes, la región Caribe permanece menos explorada. Uno de los territorios más destacados es el departamento de Santander, donde se han reportado hasta 14 especies de Catasetum en una sola área, incluyendo nuevas citas para Colombia (como Catasetum tenebrosum). Este notable hallazgo ha llevado a plantear la prioridad de conservar tanto en in situ como ex situ las poblaciones de este género en la región.
La ciencia avanza rápido y cada año se describen nuevas especies; en 2023, por ejemplo, se registró Catasetum caquetense en la Amazonía del Caquetá, elevando a ocho las especies conocidas solo para ese departamento.
EL CASO DE Catasetum ochraceum EN LOS FARALLONES DE CALI
Un estudio del año 2020 realizado en los Farallones de Cali (Valle del Cauca), cerca de La Vorágine, siguió durante cuatro años a 50 individuos silvestres de Catasetum ochraceum. Mediante la observación de su ciclo reproductivo, se confirmó que sus flores dependen exclusivamente de los machos de las abejas euglosinas para completar la polinización. Dicho estudio registró 18 ejemplares de 8 especies de Euglossini: Eulaema nigrita, Exaerete smaragdina, Euglossa despecta, E. ignita, E. modestior, E. tridentata, E. deceptrix y E. liopoda. Pese a la diversidad de abejas detectadas, solo Euglossa deceptrix y E. liopoda portaban polinarios de C. ochraceum, constituyéndose como los polinizadores efectivos de esta población.
Un hallazgo preocupante de este estudio fue que, pese a la presencia de estos polinizadores, ninguna flor marcada produjo frutos. Los investigadores sugieren que factores como la baja frecuencia de visitas o la infertilidad podrían indicar un posible declive de la población. Sin embargo, como sucede con otras especies de orquídeas, la deforestación y la extracción ilegal constituyen amenazas reales para la supervivencia de Catasetum, lo que hace más evidente la necesidad de reforzar la conservación de estas especies.
UNA INTERACCIÓN MUY VENTAJOSA.
En años recientes, en distintos lugares bastante próximos entre sí, desde Dapa (un corregimiento del municipio de Yumbo, vecino al Distrito de Santiago de Cali), pasando por el jardín de nuestra casa en la ciudad, hasta la vereda Montañuelas (situada a mayor altitud, pero aún dentro del mismo territorio), hemos constatado el comportamiento de diversas abejas del género Euglossa.
Dado que no se han hecho colectas ni capturas, resulta difícil determinar la especie exacta, pero el patrón de conducta es el mismo: se aproximan atraídas por las fragancias que desprenden las flores de Catasetum ochraceum, sobrevuelan alrededor y visitan repetidamente aquellas que aún no han disparado su polinio. Con los “cepillos” de sus patas delanteras recolectan aceites y esencias, y en pleno vuelo transfieren ese material desde las patas anteriores hasta las traseras, donde se almacena. Luego regresan a la misma flor o acuden a otra, repitiendo el proceso (figura 13 y 14).

Figura 13. Abeja Euglossa sp. acercándose a una flor hembra de Catasetum ochraceum para recolectar fragancias. Fotografía tomada en Cali, Colombia.

Figura 14. Macho de Euglossa sp. recolectando fragancias aromáticas con los cepillos de sus patas delanteras sobre una flor macho de Catasetum ochraceum. Fotografía tomada en Cali, Colombia.
Mientras las abejas permanecen en la parte externa de la flor, la única interacción es la recolección de fragancias. Sin embargo, cuando ingresan al interior y tocan ciertas estructuras sensibles, el polinio es disparado por un mecanismo de “catapulta” y se adhiere a la espalda de la abeja (figura 15). La abeja, asustada por el golpe, suele salir volando de inmediato, y evita volver a esas flores masculinas.
En ese punto, busca las flores femeninas, que como se ve en las imágenes anteriores, tienen un aspecto diferente. Aquí también recolecta sustancias aromáticas y al ingresar, deposita el polinio en las aberturas estigmáticas, completando la polinización. ¿Qué gana la abeja a cambio de esto? Las valiosas fragancias aromáticas que requiere tanto para su apareamiento como para marcar territorio.

Figura 15. Macho de Euglossa sp. tratando desesperadamente de liberarse de dos polinios que tiene adheridos a su espalda, producto de visitar dos flores diferentes de Catasetum ochraceum.

Figura 16. Macho de Euglossa sp. volando con un polinario de Catasetum ochraceum que tiene adherido a su espalda. La mayoria de las veces esta no pasaraá de ser una molestia temporal.
Este mecanismo tan complejo ha evolucionado de manera que ambas partes, las abejas y las orquídeas, salgan beneficiadas. Aun cuando lleven uno o dos polinios adheridos en la espalda, las abejas no sufren un daño permanente, pues con el tiempo los polinios se desprenden y ellas continúan sus actividades con normalidad. Así, se forja una relación mutualista clave en la ecología de los bosques tropicales.
CONSIDERACIONES FINALES.
Las interacciones entre plantas y polinizadores pueden alcanzar niveles de complejidad que van mucho más allá de lo que un observador casual podría suponer. El ejemplo de las abejas del género Euglossa y las orquídeas del género Catasetum lo ilustra a la perfección: lejos de ser un simple intercambio de polen y néctar por polinización, esta relación mutualista incorpora un “juego” de fragancias, polinarios y recompensas precisas para ambas partes. Ello demuestra cómo la evolución y la coevolución pueden dar origen a mecanismos sumamente elaborados para que cada participante obtenga un beneficio.
Algunas fuentes describen a las orquídeas como “maestras del engaño” hacia sus polinizadores, pero, en realidad, en este caso, ambas especies resultan favorecidas: las abejas recopilan las fragancias necesarias para su cortejo y/o demarcación de territorio, mientras que las orquídeas aseguran la polinización gracias a la adherencia del polinario.
Por otro lado, es sorprendente descubrir que muchas de estas interacciones no se dan únicamente en bosques remotos, sino también en áreas semirrurales o incluso entornos urbanos. Basta con tomarse un momento, frenar el ritmo acelerado de nuestra vida y observar detenidamente. La biodiversidad presente en nuestros jardines, parques e inmediaciones de la ciudad puede depararnos descubrimientos tan fascinantes como este.
Francisco López-Machado
Biólogo, Entomólogo y Fotógrafo De Naturaleza.
Cali, Colombia. Marzo de 2025



















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